Los vinos de postre son vinos dulces hechos especialmente para acompañar postres o para ser postres. Se toman al final de las comidas y son reconocidos por tener procesos de elaboración diferentes que les dan no solo un mayor nivel de dulzura, sino también un mayor grado de alcohol.
El comienzo para estos vinos surgió en Grecia, donde por primera vez se utilizó el método de interrumpir la fermentación para agregar azúcar o aguardiente de uva y luego continuar el proceso, lo que daba como resultado un vino dulce con alrededor de 18° de alcohol.
Estos vinos se dividen en tres categorías principales, las cuales dependen del proceso de elaboración del mismo: los oporto, a los que se les añade licor; los vinos de hielo, cuyas uvas se cosechan estando congeladas y los vinos de cosecha tardía, cuyas uvas se cosechan tarde, hasta que se han deshidratado.
Primero tenemos el Oporto:
El Oporto, llamado así por la ciudad portuguesa, es el vino de postre más conocido. Se consume más como aperitivo que como digestivo. En su elaboración, se interrumpe la fermentación en los toneles y se agrega mosto con aguardiente de vino, lo que conserva su dulzura. Este vino tiene entre20 y 24 grados de alcohol.
Seguimos con los vinos de cosecha tardía:
Estos se elaboran utilizando uvas que se han dejado madurar, deshidratar o incluso llegar a la podredumbre noble, con la intención de concentrar los niveles de azúcar y conseguir un delicioso vino dulce. Son excelentes para acompañar quesos grasos y nueces.
Finalmente llegamos a los vinos de hielo:
Los vinos más reconocidos que se elaboran utilizando esta técnica vienen de Alemania. Se trata de vinos realizados a partir de uvas heladas, las cuales poseen una alta concentración de azúcar. Estos vinos tienen características extraordinarias, por ejemplo, son muy aromáticos, concentrados y ácidos, gracias al uso de uvas congeladas.
Estos vinos son una absoluta delicia, y están perfectos para esos días en los que nos sentimos indulgentes.