Todas las mujeres llevan dentro de si, un espíritu súper femenino que de vez en cuando sale y les pide a gritos que pataleen, sean consentidas, adoren el color rosado y se compren muchos zapatos aún cuando no los necesitan. Esta última característica nos hace ver estrellas muchas veces, y no precisamente por lo felices que nos pone tener tacones nuevos, sino porque este tipo de zapatos son difíciles de manejar así seas una experta, y a todas en algún momento nos han dejado una raspadura, una ampolla o alguna marca. Hoy te dejamos unos truquitos para que los pruebes todos y ya tus preciosos tacones no te pongan a sufrir.
Muchas veces estando de shopping nos antojamos de esos zapatos divinos que nos hacen comprarlos y ya. Ten en cuenta que si has estado caminando tus pies van a estar hinchados, o también pasa si estás en un lugar de clima cálido, tus manos y pies tienden a hincharse. Mala idea comprar tacones en estas circunstancias porque cuando vuelvan a su tamaño normal, ya tus pies no cabrán en ellos.
Aprovecha las soluciones que te brinda el mercado para estos propósitos, y fíjate en las plantillas que sirven para distintas partes del pie. Por ejemplo hay una que cubre toda la planta y es hecha de una especie de gel, con unas pequeñas protuberancias que cuando das cada paso se sienta cómodo, sin dolor y por el contrario estimule algunas zonas del pie. Otra sirve para la parte de adelante de la planta, es decir, ese lugar en donde generalmente empieza a empinarse el pie y recibe todo el peso del cuerpo. Allí se suelen hacer ampollas así que es muy buena idea usar estas plantillas.
Tus talones también sufren mucho, y es común que se resequen en exceso y empiecen a agrietarse. La solución está en usar un protector para talones que no solo ayudan a mantener esta zona alejada del continuo roce con las telas y costuras internas, sino que si por alguna razón te quedan un poco grandes los tacones, ayudan a que se ajusten mejor a tu medida.
Si te ocurre lo contrario y es que te quedan un poco grandes, algunas personas encuentran fácilmente en el mercado unos aparatos que se llaman agrandadores profesionales de zapatos, que se ajustan, se sueltan o se apretan poco a poco hasta la medida que necesitas. Otra solución un tanto más casera, es que tomes un par de bolsas ziplock y las llenes de agua, luego mete cada una en el fondo de tus tacones y estos a su vez en el refrigerador. La idea es que a medida que el agua se va congelando dentro de tus zapatos, se va expandiendo y así los agranda para que te sirvan.
El último consejo, es que cuando te pruebes los tacones, trates de identificar los puntos donde te hacen marca y te apliques un poco de vaselina para que el roce con tu piel sea menor y la fricción te hiera menos.