Aquel viejo dicho que “las apariencias engañan” puede ser más cierto de lo que pensamos, pero que hay de ese otro que dice “lo que cuenta es la primera impresión”? Ambos tienen algo de verdad y algo de mito, porqué será?
Podríamos asegurar que todo el asunto guarda mucha relación con los prejuicios, pues definir enteramente una persona cuando la ves por primera vez es incorrecto, sabiendo todo el tiempo que te tomó conocer a tu mejor amigo, con sus defectos, cualidades y demás rasgos que lo definen, es demasiado apresurado formarse una imagen verdadera de alguien con solo verlo.
Lo que si es innegable, es que la circunstancia influye, y el esfuerzo que aquella persona hace para tener una aceptación también importa. No decimos que debes dejar de ser tu mismo, pero si tienes una entrevista de trabajo no vas a escoger tu pinta de domingo para asistir, pues eso mostrará que no te importa mucho lo que piensen. Siempre hay maneras de mostrarse uno mismo tal y como es, con algunos sacrificios o esfuerzos de siempre agradar a los demás y demostrar las buenas intenciones que se tienen.
Más allá de la ropa o la manera de vestirse, la actitud está comprobado ser uno de los factores decisivos que los jefes toman en cuenta para contratar a alguien, o las mamás para aceptar la nueva novia de su hijo adorado. Si se da la ocasión que un amigo te presenta a alguien, y ese alguien parece despeinado o con los zapatos sucios, solo ese poco de información te dice que la persona es sucia y no le importa su apariencia, probablemente no se baña y no quieres pasar mucho rato a su lado. Pero en el minuto que la persona empieza a hablar, te das cuenta que es extraordinaria, tiene un buen sentido del humor, es amable con todo el mundo y en realidad es una muy buena compañía. La actitud y personalidad de ese individuo desarmó tus argumentos por completo.
En ocasiones los nervios o el miedo, hacen que rompamos la actitud que queríamos llevar ese día, y demostramos tensión, angustia, nos sudan las manos o empezamos a perder el control sobre nosotros mismos, por lo que aparecen los tics de morderse las uñas o el labio inferior, jugar con el pelo o con el esfero que tenemos en la mano. La otra persona nos ve con la información equivocada, porque en realidad no somos nosotros, somos mucho más.
Es difícil causar una buena primera impresión, pero es necesario cruzar la línea de la inseguridad, recordar lo que queremos lograr y siempre mostrarnos como somos, pues la honestidad y transparencia siempre son agradecidas y bien recibidas por los demás. Sobre todo, hay que recordar que prejuzgar a alguien es algo que no quisiéramos que hicieran con nosotros, así que preparémonos para dar una segunda oportunidad a quien no nos gustó en un principio, pues solo así podrían llegar grandes personas que nos sorprendan y cambien nuestra vida para bien.