En tiempos de celebraciones, Navidad que toca nuestra puerta, los planes para el año nuevo, las vacaciones, nos permitimos ver éstos eventos como excusas para comprar lo que necesitamos y no tenemos. Si bien hacer shopping o ir de compras se le ha adjudicado como una actividad enteramente femenina, con el tiempo vemos que los hombres se han unido tímidamente al deporte del shopping, y por éstos días casi que toda la familia sale de compras.
Hace muchos años, cuando usábamos el computador para jugar solitario y tetris, o para escribir un documento en Word o Excel, no teníamos otra alternativa más que salir, e ir a comprar regalos o ropa a los centros comerciales. Ahora el computador, gracias a internet es uno de los objetos más importantes de nuestra vida. Hace poco tiempo, con los avances en la tecnología de celulares, no es ni siquiera necesario tener el computador pues nuestro teléfono celular si tiene conexión a internet, nos permite comprar casi todo lo que queramos.
Qué pasó entonces con la tradición de ir a comprar fuera? todavía se hace? la verdad es que es cuestión de gustos, como casi todo. El mundo sigue evolucionando pero cada uno está adaptado a ciertos procesos y rutinas que encuentra cómodos, así como vemos que existen personas que usan cámaras de rollo en la era digital, o quienes prefieren enterarse de las noticias comprando el periódico en papel. En éste caso, la comodidad de la sala de tu casa o tu cama con el portátil en tus piernas, visitando diferentes tiendas al tiempo sin moverte, pagando de inmediato, sin filas, sin cansarte físicamente por haber recorrido demasiados almacenes, suena perfecto.
La otra postura, la de quienes prefieren salir, es muy diferente y no por eso menos válida. Estas personas aman el contacto con el mundo externo y la gente. Ir de almacén en almacén probablemente sin una idea fija sino dejándose sorprender por los descuentos y sorpresas del mercado. Disfrutar en medio de la actividad de un helado o snack con amigos, y continuar. Probarse ropa y zapatos buscando encontrar el adecuado, hablar con vendedores y pedir su opinión. Y claro está, existen aquellos que viven en la mitad. Estas personas salen, van a los almacenes, encuentran un par de artículos que les gustan, sacan su celular y comparan precios con los de las tiendas virtuales nacionales e internacionales, para decidir si compran el que se acaban de probar en la tienda, o encargan el que cuesta menos online.
Tal ves mientras existan las posibilidades hay que aprovecharlas. Salir y estar en contacto con el mundo es necesario aunque a veces, dependiendo de las circunstancias una que otra compra virtual no hace daño. Todo se trata del equilibrio perfecto, pues si disfrutamos de ambas opciones le sacamos el mejor provecho sin llegar a extremos y teniendo buenas experiencias que contar y compartir.