La ciencia ha avanzado mucho, y aún más en términos de lo que puede emplear como instrumentos para alcanzar aún más desarrollo. Muchas veces, debido a los niveles de especialización que ha alcanzado la ciencia en sus muchas áreas de estudio, es difícil ver en qué dirección va la investigación, o cómo el proceso investigativo se relaciona a las aplicaciones que se espera dar a los resultados. Esto, sin embargo, no quiere decir que no podamos maravillarnos de la infinita innovación humana en el mundo de la ciencia.
Hoy podemos ver los resultados de la investigación realizada por la Universidad de Tokyo en microestructuras, las cuales tienen aplicaciones en múltiples áreas de estudio como la biotecnología y la medicina. Lo que Kuribayashi-Shigetomi y los demás investigadores de la Universidad de Tokyo lograron fue la creación de microestructuras de origami que se doblan independientemente.
Esto es posible gracias a que las placas en 2D, creadas por el equipo de investigadores forman la estructura básica para los dobleces de origami, están cubiertas de células, específicamente el tipo de células encargadas de cerrar heridas, las cuales responden a estímulos externos, cerrando las placas de la microestructura hasta que esta logra su forma esperada en 3D.
Este tipo de estructuras de origami serían imposibles de doblar en circunstancias normales, incluso en manos de los más grandes representantes de este antiguo arte, pues al ser microscópicas, maniobrar los dobleces se vuelve excesivamente difícil, las interacciones de actomiosina y polimerización de la actina permiten que las células se auto-plieguen, lo que produce estructuras micro sin el uso de bisagras o materiales especiales. En términos de la ciencia, este desarrollo puede conducir a dispositivos médicos que pueden ser activados para doblarse directamente en el interior del cuerpo.
Este y todos los avances constantes que empujan los límites del conocimiento humano demuestran que estos límites no son más que retos, retos para la imaginación y la habilidad humana de cooperar y alimentar ideas en dirección al desarrollo y florecimiento de todas las disciplinas, no como compartimentos desconectados unos de otros, sino como un todo que puede encontrar estimulación de los aspectos más remotos de la existencia humana, como en este caso el arte del origami y la biología celular nos demuestran.