Tal vez podríamos asegurar que el sentido más importante o por lo menos el más usado por los seres humanos, es el de la vista. Pensamos que es con el sentido que mejor percibimos el mundo, más inmediato, a nuestro alcance y de cierta manera más hermoso, lleno de colores y brillo. Otros tienen sus preferencias, les encantas los aromas y los buenos olores, de las cosas, la comida, las personas y el aire. Los músicos dirán que su sentido favorito es el oído porque lo desarrollan más o porque es su instrumento de trabajo. Lo cierto es que hay un sentido que ha permanecido sub valorado por mucho tiempo y es el del gusto.
Siempre la comida ha sido una de nuestras necesidades básicas. No podemos vivir sin ella y está claro, como que no sobrevivimos sin agua. La naturaleza es perfecta y aún más el funcionamiento del cuerpo humano, pero la parte que depende de nosotros no podemos olvidarla, todo lo contrario, debemos esforzarnos por alimentarnos muy bien para asegurar una mejor vida y más larga. Sin embargo, fuimos menospreciando todo esto, y ya simplemente almorzamos o cenamos como robots, porque nos da hambre y punto, pero desconocemos u olvidamos que a través del gusto conocemos el mundo, degustamos los sabores de solo una cucharada, percibimos temperaturas, texturas, en fin. Es un sentido exquisito y fundamental para descubrir.
Algunos piensan que porque comen más son mejores que otros, porque “comen de todo” y “disfrutan más”, pero es todo lo contrario, pues la obesidad hace que se pierda sensibilidad en las papilas gustativas relacionadas con la zona de los sabores dulces, dejando las que quedan trabajando pobremente y alterando la percepción de los sabores.
Al envejecer es evidente que todo cambia, y con el gusto lo que ocurre es que vamos prefiriendo los sabores amargos a los dulces, que nos son más atractivos cuando somos jóvenes. Por eso deberíamos aprovechar en la juventud de atrevernos a probar de todo. Comidas exóticas, amargas, dulces, saladas, ácidas y explotar todo el potencial del gusto, no casarnos con los alimentos que son nuestros favoritos y que ya conocemos de memoria.
Los rituales ayudan mucho aunque crean algunos que no. Nuestro cerebro prepara todo antes de comer, y los otros sentidos se incluyen. Una mesa dispuesta de tal o cual manera, los utensilios para éste u otro alimento, la presentación, los colores que vemos, las cantidades, los aromas que despide cada ingrediente, todo esto combinado en nuestra boca completa la experiencia perfecta. El lugar donde comes también influye, no es lo mismo una hamburguesa en el restaurante más fino a comerla en un picnic con tus amigos, de manera descomplicada. No exageres, no comas demasiado dulce siempre o demasiado salado, piensa ésta semana como equilibrar los sabores y prueba un poco de cada uno.
Recuerda que no solo por necesidad, sino también por placer comemos todos. Piensa en lo que más te gusta y disfrútalos al 100%, pero abre tu mente y tu paladar para algo nuevo que te pueda sorprender.