En un principio, diríamos que la respuesta a semejante cuestionamiento es que si, claro que afecta, pero no es tan fácil llegar a esta conclusión sin antes tener en cuenta otra cantidad de factores muy importantes.
Por ejemplo, depende del momento de la vida en el que nos encontremos y la edad y la etapa que estamos viviendo, las aspiraciones, planes y metas que queremos cumplir en nuestro camino, y claro, nuestra misma experiencia nos condiciona un poco para elegir pareja en el futuro y hace que las decisiones que tomemos respecto a la pareja, estén afectadas por las amarguras y las buenas historias del pasado.
En la adolescencia, donde las emociones son las que priman y están ellas todas a flor de piel, solemos ver el caso de mujeres de 16 años que se sienten atraídas por un profesor u hombre en sus treinta. Claramente son momentos de la vida en el que él ya ha vivido su adolescencia, tiene mucho más control de sus emociones y disfruta de una vida un poco más estable e independiente. A los 16 se intenta vivir intensamente, como si no hubiera un mañana y no se tienen responsabilidades económicas ni de otro tipo, se depende de los papas o un adulto y no existe por ello plena independencia. Este tipo de romances pueden ser intensos pero suelen durar muy poco, ya que uno o ambos se dan cuenta que sería difícil mantener una relación en la que se disfrutan cosas diferentes, las metas que uno ya cumplió, el otro no las vivirá en muchos años, y así sucede con muchos otros aspectos.
La persona que es más joven en la relación con seguridad verá en algún momento, que su pareja envejece más rápido, o que los planes que le gustan no son tan divertidos o espontáneos como esperaba, por lo que reflexiona si alguien de su edad podría ser más compatible y es cuando deben tomarse desiciones. Al mismo tiempo esa persona más joven recibirá halagos o propuestas de otros de su misma edad, mientras que la pareja de más edad lucha con su autoestima y el pensar en las cosas que no puede darle ya.
Las diferencias de edad que se dieron en la adolescencia pueden por otro lado, no ser un problema cuando se está en los 30 o 40, incluso en los 50. Al haber atravesado por la adolescencia y la etapa de joven adulto, ya luego se moldean con mayor posibilidad las aspiraciones que se tienen, buscándoles la manera de cumplirlas, mirando las consecuencias, lo positivo y lo negativo, lo que se necesita para hacerlas realidad y se planean con cuidado y responsabilidad.
Otro caso que hemos visto es el del hombre mayor que llega a su nueva relación con uno o varios hijos de relacione anteriores, lo que puede ser a veces, un motivo de cuidado en la nueva pareja. La mujer más joven que llega ilusionada a su relación con este hombre, en algún instante va a querer ser madre y sobre todo si se encuentra en edad fértil. Allí hay que buscar un punto en el que ambos concuerden tener un hijo de los dos, haciendo que él pase por el proceso de nuevo y que ella disfrute de ser madre por primera vez. Por el contrario, cuando es el hombre que es más joven y llega a una relación con una mujer que ya tiene hijos, es posible que ella no quiera ya ser madre de nuevo sino experimentar una relación distinta, más dedicada a compartir con su pareja y cultivar esto entre los dos.
Generalmente cuando conocemos a alguien que nos gusta es porque la actividad que se estaba realizando es algo que se tiene en común, o el lugar los reunió con el mismo interés, tal ves un amigo en común que conoce la personalidad de ambos, en fin, cierta compatibilidad ya puede existir. Ya eso es un terreno inmenso ganado independientemente de la gran o poca diferencia de edad que se tenga. Si ya comparten gustos, y si las personalidades se amoldan como para querer emprender un camino juntos, entonces la diferencia de edad puede llegar a ser una ventaja en lugar del motivo que los aleje. Aquel más joven le dará algo de emoción, aventura y espontaneidad a la relación, empujando al otro a descubrir nuevos gustos y pasiones, mientras que el mayor puede asegurar un soporte más consiente, al momento de tomar desiciones que afecten el futuro de ambos, y ser la cuota sabia y experimentada entre los dos.
Así es que no hay nada absoluto en la diferencia de edad entre las parejas, pues hay muchos casos totalmente exitosos de personas que se llevan 10 o más años, pero en su mayoría, es un tema delicado si no se habla, se discute y se tiene en cuenta tanto lo bueno como lo malo. Lo más importantes es tener claro lo que uno quiere, y saber si la otra persona quiere lo mismo no solo de su vida en pareja, si no de la vida. Así se puede desde un comienzo, cimentar un camino juntos con mejores posibilidades.