En Holanda desde hace algunos años, una interesante iniciativa está siendo aplicada. Además de las bolsas habituales para los desechos, los habitantes de un mismo barrio tienen la posibilidad de utilizar otra bolsa: la Goedzak.
Esta bolsa tiene la peculiaridad de ser transparente pero sobre todo cuenta con un cierre resellable, permitiendo a los transeúntes de servirse de su contenido en función de sus necesidades. La consigna es clara, todos los objetos a los que los propietarios quieren dar una nueva vida pueden ser depositados en la bolsa. Gracias a su diseño, los contenidos son visibles para los transeúntes, y a la vez, se mantienen secos y limpios. El logo Goedzak indica a los peatones que los objeto en el interior están disponibles para recoger y así se rompe otro de los principales muros para la popularización de la reutilización: el que dirán si te ven rebuscando en la basura.
Esto permite un inicio de colaboración entre habitantes de un mismo barrio y sobre todo incita a las personas a adoptar un comportamiento más responsable frente a sus objetos.
La finalidad es favorizar la recuperación y evitar a las basuras y plantas de desechos de desbordar de bienes de consumo aún utilizables que no tienen más valor para nosotros, pero que podrán encontrar su lugar en otros hogares. Así, basta con abrir la bolsa, coger lo que quieras y cerrarla para el siguiente candidato. Y si nadie se aprovecha de estos regalos de promoción gratuitos, los camiones de la basura recogen las bolsas junto con el resto de desperdicios.
La bolsa ha sido creada por Simón Akkaya, un estudiante de la Universidad Tecnológica de Delft (Holanda) y es comercializada por la empresa Waarmakers; y el pensamiento que se esconde detrás de la idea es que sean colocadas en la acera junto a las otras bolsas negras que contienen basura.
Para los creadores , el objetivo era tan simple de enunciar como difícil de realizar: “Habíamos intentado hacer un producto que exigiera el menor esfuerzo posible de todas las partes concernidas, para que ayudar al prójimo y servir al medio ambiente no fuera más difícil que sacar la basura”.
Una idea simple, pero con un enorme potencial para hacer del acto de la reutilización algo que necesite el mínimo esfuerzo, estimulando la posesión y el consumo de una manera más consciente y sostenible.