Todos sabemos que estar en la mente y el cuerpo de un adolescente no es nada fácil, pues ambos sufren una serie de cambios totalmente definitivos para el resto de las etapas que se vienen a continuación. Se tiene la juventud y un físico fuerte que aguanta el tomar riesgos a cualquier hora y bajo cualquier circunstancia, pero el mismo cuerpo se enfrenta a cambios que la mente aún lucha para afrontar. Las emociones también se experimentan al 100%, pues un adolescente se siente con un mejor carácter que le da poder para defender sus posiciones y opiniones así esté equivocado. Todo esto los vuelve rebeldes, hasta agresivos, y su continua búsqueda de una identidad los vuelve confundidos, apáticos y malhumorados.
Echemos un vistazo analítico a lo que ocurre biológicamente. El proceso que vive el cerebro con los años es clave en las respuestas que damos a cualquier situación, y en la etapa adolescente se producen interconexiones de alta velocidad entre las neuronas y el cerebro va aumentando de tamaño. Conserva y fortaleza las zonas que usamos constantemente y deshecha las que dejamos olvidadas o no se usan con frecuencia. La zona del cerebro encargada de las emociones fuertes como el miedo, la angustia, el deseo, la euforia entre en contacto fuerte con la que regula esas emociones y les pone control, decisiones con cabeza fría. Cuando esa conexión entre las dos zonas encuentra un mejor equilibrio, es porque el individuo va madurando, va encontrando una razón lógica a cada cosa y piensa claramente antes de actuar de cierta manera.
Este proceso tan complejo y que toma varios años es normal, en algunas personas tarda más tiempo que en otras, pero independientemente de eso, las personas que estamos alrededor de los adolescentes y que ya pasamos por eso, debemos recordar que sabemos cómo se siente tal cantidad de emociones y cambios al mismo tiempo. Mantener siempre una actitud receptiva ante ellos hace que se sientan comprendidos, que su punto de vista es muy válido e importante pues de lo contrario, si desaprobamos cualquiera de sus opiniones solo les estamos dando la razón en que deben odiar a todo el mundo.
Escucharlos, entablando conversaciones con ellos como si fueran personas con posiciones claras los hace ver como seres pensantes, con argumentos sólidos e importantes. Si no estamos de acuerdo en algo hay formas de hablarlo, nunca con reproches ni mucho menos imponiendo nuestra sabiduría y posición por encima de ellos, si no haciéndoles ver que por experiencia aprendimos algo que ellos también podrían aprender. Siempre cualquier palabra debe venir del amor que le tenemos a ese adolescente y las ganas que tenemos de verlos dar ese paso a la madurez, dejándolos que conozcan el mundo sabiendo que tienen un apoyo, pero guiándolos cuando sea necesario son evitar que vivan los procesos. La justa medida del ser amigos y ser padres es difícil de alcanzar pero hay que luchar por ella cada día. No se debe imponer nada ni usar un poder paterno absoluto porque solo rebotará en nuestro perjuicio, simplemente hacerles saber que los amamos y los entendemos tratando de enseñarles lo que nosotros mismos vivimos les hace ver que fuimos también como ellos, pero que logramos superar los cambios y llegar a una madurez necesaria para convivir en paz con el mundo.