A más de uno nos han dicho esa frase de que “el amor es ciego” y tal vez es porque cuando estamos en medio del idilio romántico no vemos los defectos de la otra persona, todo lo que nos gusta, sus cualidades, sus detalles y la manera como nos hace sentir, son las cosas que más importan para nosotros, y e veces nos molestamos con los demás porque creemos que no entienden. La verdad es que todo el mundo pasa por eso al menos una vez en la vida, así que podemos entenderlo.
Pero no es solo algo que ocurre porque si, sino que se viene manifestando desde hace miles de años, como predisposición biológica para encontrar la pareja perfecta y poder reproducirnos para preservar la especie. Hay varios estudios que demuestran como nuestro cerebro bloquea las señales de alerta ante ciertos defectos que normalmente nos disgustarían, pero que en la etapa del enamoramiento decidimos ignorar o no vemos por alabar otras cosas de esa persona.
Una serie de procesos biológicos ocurren en nosotros que nos llenan de euforia y plenitud, y entonces se desactivan esos instintos que nos hace evaluar y juzgar todo. La amígdala, encargada del control de las emociones se pone a jugar activándolas, disminuyéndolas o bloqueándolas como vemos que pasa cuando estamos viviendo esa etapa con una persona.
Pero algo parecido ocurre con el amor de una madre, puesto que en la etapa del embarazo se experimentan cambio físicos y emocionales fuertes, la madre está cansada, incómoda y sabe lo difícil que será la etapa que viene. Aún así, cuando llega el momento del parto se liberan hormonas y neutrotransmisores como la oxitocina, endorfinas y adrenalina conocidas por generar sensación de enamoramiento, placer, felicidad y plenitud, lo que hace que la madre ponga en un segundo plano los dolores y el trabajo de parto que es tan difícil.
Pareciera que nuestro organismo, pero especialmente nuestro cerebro siempre jugara con un propósito y es el de preservar, proteger y prolongar nuestra especie, por eso promueve el enamoramiento para que aceptemos una pareja, nos podamos reproducir y seamos también capaces de cuidar perfectamente de la nueva vida que continuará con nuestra especie.