No solo el factor genético es el único a tomar en consideración cuando del estado de la piel se trata. Su evolución natural, más la manera como la cuidamos y la exponemos al clima son determinantes en su comportamiento, salud y apariencia. La herencia, es decir la piel de nuestros padres, el color de la misma y como ellos la tienen también es parecida a la nuestra. Los rayos del sol así no vivamos bajo un intenso verano y menos si no nos protegemos. Los vientos fuertes que queman la superficie de nuestra piel, los productos que nos aplicamos todos los días. Si tenemos el cabello largo y este cae sobre la cara con frecuencia, también. El momento de la ducha es clave, pues la duración del baño y si el agua es muy caliente o muy fría más el tipo de jabón que usamos. Estrés que se acumula y una alimentación deficiente. El estado de ánimo que mantenemos y nos hace reír en exceso y trabajar todos los músculos de la cara, o si estamos tristes, de mal genio arrugando la frente y esforzando gestos de enojo y expresiones de descontento.
Todas estas razones son factores clave en el estado de nuestra piel, y son cosas que se dan a diario, rutinas que ya ni siquiera son pensadas si no que hacemos mecánicamente y muchas de ellas sin siquiera vernos al espejo. Las células tienen también un proceso, como todo lo que ocurre en nuestro cuerpo, por eso llegan a un punto en el que no funcionan igual que antes y envejecen. Esto es producto de la oxidación, que deja los radicales libres generando una acción en cadena, haciendo que las arrugas y gestos de envejecimiento sean más evidentes.
La solución está en consumir alimentos con una gran cantidad de antioxidantes, y son muchos, para que no solo tengas una dieta balanceada, sino que alimentos ricos en vitamina C por ejemplo eliminen el exceso de esos radicales libres y fortalezcan nuestras células haciéndonos lucir más jóvenes. También es imperativo aplicarnos bloqueador solar con frecuencia, protegernos de los vientos fuertes, evitar fumar que es terrible para la piel, usar productos suaves ala hora del baño, hacer al menos una o dos veces a la semana mascarillas caseras para mejorar la elasticidad de la piel. Usar poco maquillaje o al menos cambiarlos por aquellos que son orgánicos o que contienen vitaminas. Tomar mucha agua y tratar de tener un mejor ánimo siempre nos mantiene fuertes emocionalmente, pero también físicamente.