En esta época de efectos especiales y películas en 3D, el gran director, y dibujante de cine animado japonés Hayao Miyazaki ha sido un faro de tradición siempre capaz de sorprender a todos los públicos, su arte, basado en mucho trabajo de animación hecho a mano ha sido siempre de un nivel extraordinario, pero ha sido la combinación de este con sus increíbles y conmovedoras historias lo que siempre le ha dado el reconocimiento a nivel mundial como uno de los grandes cineastas de nuestro tiempo.
Lamentablemente, este ícono de la animación japonesa anunció nuevamente su retiro, asegurando que esta vez es en serio. Lo cierto es que aunque todos esperemos que al momento de retirarse, luego de su estreno en Norteamérica este próximo febrero de su nuevo film “Kaze Tachinu” o “el viento se eleva” se diga nuevamente que todo es una falsa alarma y que Hayao Miyazaki planea seguir deleitándonos hasta el fin de los tiempos; hay que aceptar que incluso los genios se merecen un descanso.
Lo bueno es que nos queda de consuelo su trayectoria cinematográfica, que ha sido más que prolífica, siempre ofreciéndole al público una historia nueva, mitad realidad, mitad fantasía; mitad alegoría de las realidades humanas, mitad misticismo.
De todas sus películas, la más reconocida es tal vez “El viaje de Chihiro”, una historia fantástica cuya magistral mezcla de magia y crítica a los rincones más oscuros de una sociedad capitalista le abrió las puertas al mundo de Hollywood, al llevarse el Oscar por mejor película animada.
Su obra, bastante fiel a sus ideales, ha marcado claramente la tendencia y temática del estudio Ghibli, donde cada film toca de una manera u otra las ideas y mensajes de este gran autor para las generaciones venideras, como la necesidad de comprender la importancia de la armonía entre el hombre y la naturaleza que se ilustraba claramente en su película “La Princesa Mononoke”, que fue la primera de sus películas en ser distribuida por Disney a un público más internacional en el año 1997. O el gran absurdo que es la guerra como se veía en “El castillo ambulante”. Cada historia especial, cada una capaz de despertar añoranzas incomprensibles en los corazones de su audiencia.
Esperemos que su deseo de retirarse no deje un vacío demasiado imposible de llenar, y que su estudio continúe ofreciéndonos mundos inesperados, pues su vida y obra, productos del trabajo incansable y la pasión por su arte nos han dejado con expectativas bastante altas para el futuro, porque, después de tener lo extraordinario, ¿quién querría conformarse con lo bueno?