Mucho se ha hablado acerca del estrés y como se ha convertido en la enfermedad moderna, pues todo el mundo presenta una serie de síntomas asociados al exceso de trabajo, la falta de tiempo y la cantidad de actividades y responsabilidades que el cuerpo empieza a cobrar. Y es algo que afecta tanto a hombres como a mujeres, pero no en la misma medida pues aunque ahora ellas y ellos compartan posiciones en las empresas y se desenvuelvan en los roles de la familia un poco más equitativamente que antes, si hay una brecha en cuanto a la manera como les afecta el estrés.
La situación en la que se encuentra, las condiciones que la rodean y las posibles soluciones o reacciones inmediatas son los factores que determinan porque nos afecta de manera diferente. Cabe destacar que cualquier persona tiende a reaccionar de manera más egocéntrica cuando está bajo una situación de estrés, pero los hombres por su parte se concentran mucho más en los acontecimientos y resultados inmediatos, mientras que las mujeres tratan de ver el panorama general y las repercusiones a futuro.
A pesar de estar envueltas en una situación compleja bajo intenso estrés, las mujeres tienden a mostrar mayor empatía que los hombres. Pueden relacionarse con las personas a su alrededor y a buscar apoyo o consejo en quienes están cerca. Lo contrario ocurre con los hombres que tienden a ser un poco más apáticos y a no relacionarse socialmente con quienes tienen alrededor mientras padecen de situaciones de presión.
La carga emocional se da con mayor fuerza en los hombres aunque suene increíble, y tal vez una respuesta a ello se deba a la hormona del amor, la oxitocina, que se encuentra en mayor cantidad en las mujeres. Es posible que las mujeres guarden todavía interés por las demás personas lo que les permite relacionarse mejor aún bajo situaciones de presión y estrés, por lo que encontrarían un alivio en los demás relajando un poco esa carga emocional.
Lo que si no encuentra diferencia es la manera en que afecta nuestra salud, pues tanto a hombres como a mujeres nos produce los mismos efectos, así que antes de envolvernos en situaciones descontroladas hay que detenerse un momento, y contemplar las soluciones porque los daños físicos pueden ser en principio leves que pueden con el tiempo complicarse.