Esas curas sin comida crean más y más adeptos. Según ellos, permiten adelgazar, desintoxicarse, incluso curarse. El debate está abierto.
La ayuna terapéutica es muy practicada den varios países del mundo. Es así que, desde varias décadas, los enfermos van a la clínica para ayunar, bajo la vigilancia médica, durante diez y quince días. La alimentación es basada en caldo de verduras filtrado, tés, jugos de fruta diluidos, prácticas asociadas a la caminata, al yoga, la meditación, el reposo, la lectura, los baños, masajes… Los unos sufren de diabetes, de problemas metabólicos, de hipertensión, los otros de alergias, asma o reumatismo.
Un estudio americano, publicado en febrero del 2012 en la revista Science Translational Medicine, deja creer que el ayuno podría tener beneficios anti-cancerígenos. Según Valter Longo, profesor de gerontología y biología en la Universidad California del Sur y principal autor de este estudio, “la combinación de ciclos cortos de ayuno con la quimioterapia se muestra más eficaz, un poco más eficaz que la quimioterapia sola”.
La hipótesis: cuando las células cancerosas son confrontadas a un ambiente hostil como la hambruna, se debilitan. El ayuno y la quimioterapia combinados curaba, entre los ratones, 20% de algunos cánceres con metástasis y casi 40% de esos mismos cánceres en un estado menos avanzado.
Los nuevos trabajos, realizados por el National Cancer Institute (NCI), pretenden prever el impacto de un “tratamiento” tal sobre pacientes sufriendo cáncer de seno o de ovario. Los enfermos podrían soportar sin riesgos el ayuno dos días antes de la quimioterapia y un día después cuando se encuentran ya en un estado débil y corren el peligro de bajar sus defensas inmunes? Los resultados se esperan este año, con una presentación en el congreso de la ASCO (American Society of Clinical Oncology), el templo de la cancerología mundial.
Ayuno para adelgazar
Por ahora, la mayoría de las personas que prueban la aventura de la privación radical de la comida lo hacen esencialmente por dos razones: estética y filosófica. En el primer caso, se trata de perder peso. Pero en general quienes lo tientan serán decepcionados. Durante la primera semana de abstención, el organismo va a gastar primero su energía guardada en las proteínas musculares, y después en las reservas de grasas. Lo que se pierde es el músculo, luego las grasas. “Como el tejido muscular consume mucha energía para su buen funcionamiento, perdemos su facilidad natural de quemar calorías, previenen los médicos. Desde el fin del ayuno, ganaremos automáticamente todos los kilos en algunas pocas semanas, con un bonus.”
O para desintoxicarse
Los otros adeptos al ayuno tienen una filosofía simple: “Somos lo que comemos”. La comida superabundante, el consumo repetido de medicamentos, el tabaco, el alcohol, todo ello tiene un efecto negativo sobre el funcionamiento de nuestras células y genera toxinas que algunos días de ayuno permiten eliminar.
“Es cierto que el ayuno después de un exceso alimenticio y una mala higiene dietética conlleva una mejora: menos de sobrecarga, inflamaciones o gases, el tubo digestivo se reposa con beneficios evidentes. Si ello se produce dentro de un cuadro médico y permite de comenzar buenas hábitos, por qué no?”, declaran los especialistas.
El ayuno limita la inflamación crónica, lo que explica sin dudas los efectos positivos constatados en algunas enfermedades. “Lo utilizamos incluso en el hospital en algunos pacientes que tienen muchos triglicéridos. Un ayuno de dos a cuatro días evita una pancreatitis aguda, pero es en el único campo médico documentado y probado. Se esperan los estudios para otras enfermedades.”
En conclusión, se recomienda tener mucha prudencia: más allá de entre 24 y 48 horas, el ayuno puede volverse peligroso en los cardíacos, en las mujeres embarazadas, los niños, las personas frágiles por las enfermedades crónicas y los mayores de 65 años.