Un estudio del cerebro ha demostrado que los seres humanos tenemos un canal específico de nervios para registrar las caricias de una madre y de los seres queridos, lo que puede ayudar a entender el “toque especial” que tiene el amor.
Investigadores de Suecia y Canadá han descubierto que esos nervios especiales discurren en paralelo a los canales principales del tacto y las sensaciones cotidianas, pero son independientes y su información sólo se mezcla en la región del cerebro que elabora las emociones.
Hakan Olausson, neurofisiólogo de la Universidad Sahlgrenska de Goteborg, en Suecia, afirma que este sistema determina, probablemente, los aspectos emocionales del tacto y el placer o la aversión que sentimos cuando alguien nos toca.
Los investigadores sostienen que estos nervios que procesan las sensaciones relacionadas con el amor parecen haber sido designados para guiar a los seres humanos a través de la ternura y los cuidados especiales que necesitan para su desarrollo.
También afirman que estos nervios parecen estar activos desde las primeras horas de la vida, incluso en el vientre materno, lo que permitiría a los bebés “sentir” el toque afectuoso de sus padres antes incluso de percibirlos directamente.
Pero determinar cómo ese sistema se diferencia del sistema nervioso principal ha resultado difícil, porque cualquier estímulo parece disparar ambos sistemas a la vez.