Sabemos que a través del tiempo la imagen del cuerpo humano ha ido cambiando conforme se va adaptando a las tendencias de la moda, a los cambios climáticos, a las transformaciones sociales y otros factores que están documentados en los libros de historia. Más cubiertos o destapados, volcando más crítica a la mujer o reivindicándola, buscando en los hombres la manera de que luzcan más masculinos cada vez. Sea de la forma que sea, lo que se ha mantenido constante es que el concepto de hombre, y su figura no ha perdido importancia nunca, sino que de lo contrario, ha cobrado fuerza y siempre buscamos exaltar nuestro cuerpo, adornarlo, cambiarlo y sobre todo mostrarlo.
Cruzar la delgada línea entre el amor propio y la vanidad, es muy fácil, cuando volcamos toda nuestra atención en el físico, o mostramos una preocupación excesiva por el mismo que se nos vuelve obsesión, caemos en el trastorno del comportamiento o desorden emocional llamado Vigorexia. Y es que cuidar del cuerpo es la mejor idea que se nos puede ocurrir, tener hábitos de alimentación sanos, adoptar una rutina de ejercicios para mantener nuestros músculos en constante movimiento, evitar el sedentarismo y fortalecer nuestro corazón, todas buenas prácticas, pero el empezar a ver defectos aquí y allá y el sentir una constante inconformidad con el cuerpo que se tiene ya es algo muy grave.
La constante preocupación por las aparentes imperfecciones corporales, llevan a algunas personas a adoptar rutinas de ejercicios exageradas, en las que como se sienten flácidos o subidos de peso empiezan a fortalecer sus músculos en exceso, pero nunca es suficiente, la obsesión crece a diario hasta que raya en lo patológico.
Los comportamientos de éstas personas generan cambios radicales en su vida social, laboral y familiar, pues la obsesión es tan grande que rompen con una vida familiar estable por permanecer en el gimnasio, todas las actividades se ven alteradas porque giran en torno a la preocupación constante de estar levantando pesas, ejercitándose a cada hora y logrando objetivos físicos a como de lugar. Las causas pueden ser varias, pero comúnmente vemos personas que han tenido traumas en la infancia y adolescencia, burlas o maltratos por el aspecto físico que desencadenan una respuesta como la Vigorexia.
Las dietas que éstas personas adoptan son estrictas y causan problemas severos pues dejan de ser saludables a ser carentes de algunos alimentos esenciales. Pero lo que más preocupa y afecta es el daño emocional al que se llega, pues de cada día viendo imperfecciones en el propio cuerpo, de constantemente sentir que se necesita la aprobación de los demás aunque nunca alguien les ofenda, y de sentir que nunca es suficiente, pueden llegar a sentir aversión a ellos mismos, odio y cometer hasta suicidio. Es por ello que reconocer los síntomas con tiempo en alguien que conozcas que adopta éstas conductas, es lo más importante porque es necesario acudir a terapia sicológica. Apoyo, comprensión y amor a éstas personas es uno de los remedios más efectivos.