Aunque sepamos poco acerca de la morfina, sabemos al menos que calma el dolor pero como lo hace en realidad? Esta es una droga narcótica perteneciente a la familia de los opiáceos, que por ende deriva de la amapola. Se han conocido ya muchos casos de personas que han generado adicción a la morfina, y aunque sus médicos la prescriben para tratar ciertos problemas, los pacientes presentan dependencia a la droga.
Pero aunque lo que sentimos es que el dolor que nos abruma se aleja y desaparece, la morfina no ataca realmente la causa del dolor, si no que interfiere en nuestra percepción cerebral de dolor. Los efectos de la droga al entrar en el cuerpo es que reduce la frecuencia cardíaca, se regula la respiración y ralentiza el funcionamiento del cerebro.
Lo que ocurre al interior del cerebro es que la morfina actúa sobre los receptores del dolor en el sistema nervioso, y son los receptores opioides. La morfina entra a bloquear todas las alertas y mensajes de dolor, tratando de trasmitir un efecto analgésico que nos haga sentir calma, relajación y hasta felicidad. Ahora, para el dolor diríamos que funciona perfecto, pero también puede traer otras consecuencias. No solo va a influir en los receptores del dolor si no en el cerebro en general, alterando el sentido de conciencia. Puede reducir el deseo sexual, el ciclo menstrual y hasta la sensación de hambre. Es posible que afecte otros procesos como causar estreñimiento y producir náuseas.
Es una droga que debe ser suministrada solo si llegase a ser necesario pues el riesgo de adicción es alto y es necesario una continua supervisión y control por parte del un médico que conozca el proceso e historia clínica de la persona.