Hasta ahora, las ciudades han surgido alrededor de las necesidades básicas de aquellos que conforman una comunidad. Nunca con un plan urbanístico que fuera más allá de los muros o límites de cada construcción. Esto porque las ciudades han sido siempre esta especie de exoesqueleto de la comunidad, que vive, crece y se desarrolla a partir de ella sin tener realmente un solo cerebro dirigiendo el crecimiento.
Pero la forma en la que nuestras sociedades se desarrollan está cambiando. Las necesidades en rasgos generales siguen siendo las mismas, aun necesitamos comida, agua, transporte, comercio, y todo aquello que empuja la máquina para obtenerlo. Sin embargo es este empuje lo que se ha modificado más con el tiempo, la energía que lo mantiene todo en funcionamiento.
Hasta ahora, los combustibles fósiles han sido la fuente de esta energía, pero la demanda ha crecido tanto y los efectos secundarios de su uso se han hecho tan ineludibles, que un nuevo acercamiento al desarrollo se ha vuelto necesario.
Ahora que la sostenibilidad de las ciudades se cuestiona y plantea como factor primordial, se empieza a ver el surgimiento de proyectos que modifican aspectos urbanos a futuro, teniendo en cuenta el crecimiento social y las futuras exigencias de la comunidad, como es el caso de la capital de Islandia, que completó un proyecto para toda la ciudad de utilizar una red urbana de transporte público completamente libre de combustibles fósiles, utilizando autobuses de hidrógeno. Muchos casos de mejoras como esta se pueden ver alrededor del mundo, como las plantas de energía eólica de Malmo en Suecia. Pero el desarrollo más extraordinario hasta ahora es la construcción de la ciudad de Masdar en el desierto de Abu Dabi. Este proyecto es probablemente la concepción urbana de mayor escala en el mundo, no tanto por su tamaño, pues la ciudad es de 6 kilómetros cuadrados, sino por su envergadura, pues es una ciudad planeada para 40.000 personas y desde cero para ser 100% ecológica, lo que va no solo en su consumo energético y la proveniencia del suministro, sino en todos los demás aspectos, es decir, manejo de basuras, consumo de agua etc.
Lo extraordinario de esta propuesta no es solo lo revolucionario en cuanto a tecnología y producción de energías limpias, sino la idea de construir una ciudad para sus habitantes, en vez de dejarla desarrollarse caóticamente alrededor de estos. Esta es una idea brillante, en la que se pueden manejar las necesidades de una manera más global y clara, al tiempo que se toma el problema actual de la sostenibilidad como una oportunidad de desarrollo en todos los niveles.
Es cierto que es cuestionable el porqué de construir una ciudad 100% sostenible en uno de los centros petroleros más grandes del mundo, y con dinero de petróleo, pero si algo se puede ver del desarrollo vertiginoso de Abu Dabi en los últimos 50 años, de ser una estación de paso de los beduinos en el desierto a una de las áreas urbanas y económicas más impresionantes del planeta es la idea de visión, una visión a futuro en la que el petróleo tal vez no esté allí para sostener el crecimiento explosivo del área, una en la que los conflictos económicos y ecológicos puedan hacer de la industria petrolera un verdadero blanco, una en la que se quiere mantener algo de control sobre el desarrollo energético del planeta, una en la que se puede ver el potencial, y las diferentes razones por las que un mal manejo de la planeación, investigación e inversión en el área de sostenibilidad le han hecho avanzar tan lentamente.
Ahora, esta ciudad representa un experimento, una inversión en el proceso completo de todos los aspectos necesarios para que la sostenibilidad de vida sea una realidad, desde la investigación tecnológica hasta el área financiera y social.