Hasta el cansancio se nos ha dicho como la buena alimentación influye directamente en nuestra salud, acompañada de buenos hábitos y actividad física. Sabemos ya de memoria la cantidad de dietas que tratan éste u otro problema y cómo tratamos específicamente una enfermedad o sus síntomas si comemos determinados alimentos. En internet está a nuestra completa disposición las rutinas alimenticias y físicas que existen, para que cualquier duda que tengamos sea resuelta. Y aplicado a nuestro caso específico y lo que necesitemos, en la web hay miles de alternativas a ello. Eso en materia de salud física está muy bien, pero cómo se relaciona con nuestra salud mental? Tratamientos farmacológicos funcionan hasta cierto punto, pero sabemos que el exceso de pastillas afecta directamente nuestra función renal, así que no resulta tan beneficioso después de todo. No solo es necesario actuar sobre la dopamina o la serotonina, conocidos por la sensación de placer, plenitud y felicidad, sino como con ellos conjugados con otros procesos en nuestro organismo logramos un mayor y mejor efecto. Dichos neurotransmisores mencionados, necesitan de múltiples nutrientes, vitaminas y minerales para sintetizarse, por lo que consumiendo los alimentos correctos, en las cantidades adecuadas obtenemos lo que necesitamos para aumentar la cantidad de neurotrasmisores que estarán disponibles para actuar sobre nosotros y así mejorar los procesos al interior de nuestro cerebro. A través de una dieta y el mejoramiento de la alimentación, se pueden tratar ligeros padecimientos que pueden empeorar como el estrés y la fatiga. Por ejemplo el magnesio es muy importante para calmar los nervios, por lo que podemos estudiar cuáles son los alimentos que lo contienen, e incluirlos en nuestros hábitos alimenticios. Siempre es necesario un análisis previo de lo que se padece, pues en muchos casos es conveniente una revisión sicológica que evalúe los síntomas, el tiempo durante el cual se ha venido padeciendo y así determinar la agresividad de algún tratamiento. Una dieta puede acompañar un tratamiento de éste tipo, tratando de equilibrar los nutrientes que se necesitan para disminuir los síntomas. Muchas veces lo que se sufre es perfectamente tratable mediante una correcta alimentación, puesto que los hábitos alimenticios es posible que sean perjudiciales y sea necesario un ajuste a los mismos. De la mano de un nutricionista también se pueden hacer esos cambios necesarios y mensualmente analizar lo que aha ocurrido, si se ha mejorado o no y controlarlo de igual manera.